El lugar donde quedó atrapado en 1915 el Endurance, el barco perdido del explorador antártico Ernest Shackleton que recién ahora pudo ser hallado, no es menos misterioso que la mítica nave británica. El Mar de Weddell forma parte del Océano Antártico. Dicen que sus aguas son aún más cristalinas que el mar Caribe y el Mediterráneo. Es navegado desde el siglo XIX. Y en la actualidad se puede ir en crucero, cuyo ticket puede superar los diez mil dólares.

Este cuerpo de movimientos agitados es uno de los mares más grandes y conocidos del sur del planeta y baña parte de la costa de la Antártida. Limita la península antártica al oeste, la Tierra de Coats al este y al sur por la Barrera de hielo Filchner-Ronne. Tiene un área de aproximadamente 2.8 millones de km2 y en su parte más amplia registra unos 2.000 kilómetros.

Su nombre honra la memoria del marinero James Weddell, quien fue uno de los primeros hombres en adentrarse en él a bordo de un bergantín, un barco de dos palos, del mismo tipo que el Endurance.

El Giro de Weddell
En el siglo XIX, los exploradores consideraban traicioneras sus aguas debido a los fuertes vientos, y por los numerosos y enormes témpanos de hielo. El Giro de Weddell es una explicación de su agitación. Se llama así a un giro oceánico que se mueve en el sentido de las agujas del reloj, formado como resultado de la interacción entre la Corriente Circumpolar Antártica y la Plataforma Continental Antártica.

El Mar de Weddell aporta gran parte de las aguas frías del fondo del océano en todo el mundo. Su superficie se enfría a -1,9 ºC y después estas aguas -las más densas de la tierra- se hunden. En consecuencia, se forma una corriente que se mueve a gran parte del mundo.

También contribuye a la circulación termohalina o, metafóricamente, la cinta transportadora oceánica: a una parte de la circulación oceánica a gran escala que es determinada por los gradientes de densidad globales producto del calor en la superficie y los flujos de agua dulce.

Entre la fauna que vive en la superficie marina se cuentan más de 200 especies de peces, como los blénidos antárticos (Notothenioidei), diablillos antárticos (Pleuragramma antarcticum) y bacalaos antárticos (Dissostichus mawsoni), por ejemplo. Otros peces del mar son los abisales luminosos de la familia Gonostomatidae, barracudinas y peces linterna.

La isla Elefante
La mítica odisea de Shackleton y los 27 hombres que lo acompañaban tiene otro escenario importante en la Antártida: la isla Elefante, donde el explorador montó un campamento y donde pudieron mantenerse vivos, hasta que fueron rescatados varios meses después.

La isla Elefante está situada a 245 km del extremo norte de la Península Antártica y puede ser un buen lugar para avistar pingüinos papúa migratorios y pingüinos barbijo anidando. Llamada así por los elefantes marinos vistos a lo largo de su costa por la Primera Expedición Antártica Rusa de 1821, la costa oriental de la isla Elefante también se asemeja (para algunos) a una trompa de elefante. Sin embargo, debido a la erosión del terreno, desgraciadamente ya no hay muchos lugares donde vivan elefantes marinos en esta isla.

Los mares antárticos y el cambio climático
Los estudios sobre evolución de la superficie cubierta por hielo en la Antártida y el océano Antártico son de gran importancia no solo a escala regional sino también como parte fundamental en el conocimiento del cambio climático global.

Según un artículo publicado en la revista Geophysical Research Letters, por el equipo liderado por John Turner (científico climático del British Antarctic Survey), en los últimos cinco años y en las épocas de verano en concreto, esta zona del litoral antártico perdió un millón de kilómetros cuadrados de superficie de hielos, es decir, una extensión equivalente a dos veces la superficie terrestre de España.

By Matias

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *