Jorge Monopoli quien se autodefine como el impulsor de la nueva cocina del Fin del Mundo, hoy reconoce que de chico era tan tímido que recién encontró su forma de expresarse cuando lo hizo a través de la cocina. Y cuando llegó entrado el siglo XXI a Tierra del Fuego, se deslumbró con la biodiversidad de una provincia única y, por cierto, bastante desconocida. Su timidez ya fue historia.

Este cocinero nacido en Villa Regina, Río Negro, que estudió Geología en La Plata y que tuvo una gran experiencia trabajando en Sevilla en uno de los restaurantes del catalán Ferrán Adriá -el padre de la cocina molecular-, este jueves 25 fue distinguido con el Prix Baron B – Édition Cuisine.

Un certamen que en su cuarta edición tuvo también como finalistas a la chef Alejandra Repetto del restaurante El Alambique, en El Calafate, un proyecto santacruceño que tiene como sello distintivo al guanaco y su carne; y a Fernando Rivarola, cocinero de larga trayectoria en San Telmo que hace un año se fue a Salta, más precisamente al cerro San Bernardo, con su restaurante El Baqueano.

Si bien el plato elegido por Monopoli -centolla del Fuego, gazpacho de zanahorias, ajo negro, ccachiyuyo (une especie de alga) y cassis maridado con Barón B Extra Brut- era realmente un manjar, el proyecto elegido por el jurado integrado por Mauroo Colagreco, la chef colombiana Leonor Espinosa, la sommelier barilochense radicada en Francia paz Levinson y el cocinero Martín Molteni, consideró el proyecto integral. Una cadena que termina en Kalma Restó, con sus 24 mesas, pero que nace con los pescadores fueguinos, los productores orgánicos de Quinta Pionera, en Río Grande, y los recolectores de fruta fina de los alreddores de Ushuaia.

By Matias

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